La violencia y el acoso en las escuelas son fenómenos que afectan a miles de estudiantes de nuestro país, por lo que encontrar lo antes posible las estrategias adecuadas para erradicar o reducir al máximo la frecuencia con que se da es de vital importancia. La organización civil “Educadores sin Frontera” recientemente evidenció que el 43% de los niños que son maltratados en su hogar, también son agredidos o agreden en su escuela, por lo que puede presumirse que existe alguna correspondencia entre el maltrato en el hogar y el maltrato escolar. Actualmente contamos con un marco normativo que tiene el propósito de garantizar la integridad física y emocional de los menores de edad, su sano desarrollo y esparcimiento, una vida libre de violencia, entre muchos otros derechos, así como leyes en materia de medios alternos de solución de conflictos y un sistema jurídico que reconoce los derechos humanos contenidos en instrumentos internacionales. Además, se han otorgado facultades a diversas dependencias y entidades para que protejan a niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Sin embargo, es necesario generar los mecanismos específicos que le den vigencia a estos derechos y garanticen el acceso a ellos. La mediación escolar es una estrategia que puede ser adoptada por las autoridades educativas para salvaguardar los derechos de los estudiantes en las escuelas mediante el diálogo y la participación del agresor, la víctima y un tercero que facilita la resolución del conflicto.

Además, puede convertirse en una herramienta de vida que enseña a los menores de edad a enfrentar y solucionar sus problemas a través de la comunicación, el respeto, la comprensión y la toma de decisiones. La mediación escolar es un recurso en la educación que no sólo resuelve los conflictos sino, sobre todo, los transforma en una acción educativa que construye justicia y paz, una acción que contribuye al mejoramiento de la convivencia humana. Para llevar a cabo esta estrategia de solución de conflictos, es necesaria la intervención de una tercera persona neutral, que puede ser un alumno o un maestro previamente capacitados, quien asegura que las partes se comuniquen con respeto en un ambiente de libertad. Por otro lado, para aquellos conflictos que no puedan ser solucionados a través de la mediación, la justicia restaurativa puede implementarse en las escuelas con la participación del agresor, la víctima, las madres y padres de familia, así como de la comunidad escolar. Esta estrategia tiene como propósito adoptar una solución que repare el daño que pudo haber sido causado y que sirva para mejorar su conducta y la vida de los involucrados de manera positiva. Como he comentado en mis artículos anteriores, puede ser considerada como eje fundamental dentro de un modelo de protección de derechos que contemple otras acciones para la prevención, detección y atención de la violencia escolar; que prevea capacitar a los profesores para detectar estos casos y actúe en base a un protocolo que vincule a las instituciones encargadas de atender cada caso desde un enfoque social, educativo y psicológico.

Carolina Viggiano /Quadratín

02/07/2014