Asignaturas para aplicar el programa

"Letras contra la violencia-Educación para convivir" se puede aplicar a las asignaturas de nivel secundaria:

  • Español I, II y III.
  • Formación Cívica y Ética I, II y III.
  • Artes I y II.
  • Historia I y II.

Y a nivel bachillerato:

  • Lengua Adicional al Español I, II, III, IV.
  • Ética y Valores I y II.
  • Taller de Lectura y Redacción I y II.
  • Literatura I, II.
  • Psicología.
  • Actuación.
  • Obra coreográfica.
  • Estructura socioeconómica de México.

Educación para convivir

La labor docente actual demanda estar en sintonía con los planteamientos que la UNESCO ha destacado para la educación en siglo XXI. En el documento La educación encierra un tesoro, 1996 coordinado por Jacques Delors se describen cuatro pilares de la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.

El programa Letras contra la violencia fundamenta en este mencionado documento sus propuestas para el desarrollo de la educación de mujeres y hombres para una convivencia armónica. Se pone énfasis en “Aprender a vivir juntos” y “Aprender a ser”; del primero, la UNESCO dice: se debe “aprender a vivir juntos desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia –realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos- respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz”; del segundo, el organismo internacional dice que hay que “aprender a ser para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal, con tal fin, no menospreciar en la educación ninguna de las posibilidades de cada individuo: memoria, razonamiento, sentido estético, capacidades físicas, aptitud para comunicar” (Delors, 36).

Letras contra la violencia encamina sus esfuerzos en sintonía con los planteamientos del Informe de la UNESCO. La educación encierra un tesoro de Jacques Delors,1996. “Comprender el mundo, comprender al otro. Esto es ayudar a transformar una interdependencia de hecho en solidaridad deseada es una de las tareas esenciales de la educación. A este efecto, debe lograrse que cada persona pueda comprenderse a sí misma y a los demás mediante un mejor conocimiento del mundo” (Delors, 44).

Siguiendo el planteamiento de la educación basada en competencias, Letras contra la violencia está pensada como un auxiliar en el desarrollo y práctica de estas competencias: la competencia de comunicación lingüística, la competencia en el conocimiento y la interacción con el mundo físico-natural, la competencia digital y el tratamiento de la información, la competencia social y ciudadana.

Las actividades que se proponen a propósito de la obra de teatro o texto literario piden que haya un reconocimiento del contexto en que fue escribió escrita, del tipo de sociedad que se representa mediante la imaginación del autor, los diálogos, etc. Los ejercicios están apoyados en la noción del reconocimiento del mundo. El ponerse en el lugar del otro, ver al otro para verse uno mismo, mediante reflexiones y cuestionamientos sobre lo que pasa en la obra, promoverá un diálogo y un intercambio de argumentos y opiniones.

Campañas de formación: el papel de la educación

La función de la educación es la de controlar nuestros deseos e impulsos nocivos, sólo así se adquiere y se estructura la personalidad social. La capacidad de detectar e identificar sentimientos y motivos de las personas ayuda a establecer un equilibrio interpersonal. La empatía es precisamente la capacidad de identificar y entender nuestros deseos y los de los demás y responder (reaccionar) de forma apropiada para canalizarlos en pro del interés común.

Nuestras actitudes no casuales, se aprenden; una multiplicidad de factores (genéticos, familiares, culturales) ha podido conducirnos a adoptar actitudes de intolerancia, inseguridad y rechazo. El control y el aprendizaje de actitudes interpersonales que favorezcan la habilidad de entender a otras personas y mejorar la capacidad de colaboración, es posible siempre que desterremos la falsa espontaneidad de los comportamientos (“yo soy así y no puedo cambiar”) y aceptemos que la educación debe prever los posibles desajustes en el desarrollo afectivo de las personas y proponer alternativas pedagógicas que eviten futuras inadaptaciones sociales de género.


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